Papeles recortados y arrugados van invandiendo la mesa de trabajo. Aparecen nuevas composiciones azarosas que la cámara de fotos recoge. Tras un proceso de reencuadre y manipulación, la mano interpreta. Restos yermos de collages que se convierten en elementos vegetales o en arquitecturas para habitar con la mirada. Una excusa más para pintar.